Maratón, experiencia de vida...

Octubre de 2019. Os voy a contar una vivencia personal. Llegué a Ámsterdam con la experiencia de haber corrido siete maratones, pero con la novedad de ser la primera vez que afrontaba la prueba con una preparación profesional de 16 semanas, formando parte del reto #CorreConAsisa, y en manos de Samuel García, atleta y Fisioterapeuta que había representado a España en los Juegos Olímpicos. 

A pesar de ser Licenciado en Educación Física y Entrenador Nacional de Atletismo, y de haberme preparado personalmente para anteriores citas, entendí que confiar en este profesional, me llevaría a conseguir mejorar mi rendimiento. Mi principal objetivo era lógicamente finalizar la carrera, disfrutar del recorrido y tratar de mejorar mis 3h24 que traía como mejor marca personal un año y medio antes en el maratón de Sevilla. 

Durante las 16 semanas que duró la preparación, Samuel, como buen mentor, que sabía perfectamente desde donde partía, y hacía donde quería llegar, trazó un plan, un camino, por el que fuimos transitando. Disfruté mucho de ese camino, asimilaba muy bien los entrenamientos, y me iba dando cuenta que, mi rendimiento mejoraba y también que, a pesar de mis conocimientos, no había sido capaz de encontrar la forma de mejorarlo en el pasado. Este proceso, reforzaba el compromiso adquirido con Samuel y conmigo mismo. 

Todo iba fenomenal, con rodajes a ritmo de competición por debajo de la marca objetivo, hasta que llegó el entrenamiento largo de la última semana . Noté un pinchazo en el piramidal, por lo que decidimos finalizar el entrenamiento y la preparación. Quedaba una semana, para la carrera. El entrenamiento estaba hecho. 

Llegamos a Ámsterdam. No tenía las mejores sensaciones, aunque no me molestaba. Presentía que la lesión podía aparecer, pero me propuse disfrutar de la carrera y me visualicé varias veces llegando a la meta. Confiaba que el trabajo realizado me llevaría al objetivo. 

Llegué al cajón de salida muy ilusionado, junto al resto de compañeros del reto y con Samuel, que siempre estaba presente. El ambiente en el histórico Estadio Olímpico de Ámsterdam era brutal, la temperatura ideal, había descansado y me había alimentado bien. Por delante, los deseados 42k por los que había estado trabajando desde el mes de Julio. Mi plan de carrera era rodar en mi zona 3 aeróbica a 4:30 min/km y el perfil era llano. La emoción estaba en todo lo alto. 

Salí y en el kilómetro 6 en una de las numerosas curvas que tiene el recorrido, un latigazo con origen en la cadera, me dobló. Noté la pierna dormida y todos mis temores vinieron a mi cabeza, pero no paré, bajé el ritmo y analicé la situación. Sabía que la maratón es una prueba muy dura y una lesión tan pronto, solo podría ir a peor. La palabra abandono se repetía mucho en mi cabeza, me quedaba un mundo por delante, pero respiré hondo, me visualicé entrando de nuevo en el estadio y decidí continuar. Poco a poco, me fui danto cuenta que cuando corría justo por el centro de la calzada en su lado izquierdo, el dolor remitía y me permitía correr a un ritmo aceptable, sufría bastante en las curvas y en las rampas, pero poco a poco, y con el pensamiento puesto casi metro a metro, fui sumando kilómetros, con la esperanza de seguir controlando la situación hasta el final. Superé los primeros 10k, llegué a la media maratón, me enfrenté a la famosa zona del "muro" (32k), que también superé. Mentalmente estaba cada vez más fuerte. Mantenía mis ritmos de paso por kilómetro y la meta estaba cada vez más cerca. El ambiente de carrera y el ánimo del público me terminaron de empujar, hasta que empecé a ver el estadio. Ya estaba hecho. Lo había conseguido, y lo mejor de todo, es que también iba a mejorar por mucho mi mejor marca personal de siempre, a mis 45 años. Llegué a la meta en 3h12 min.


He querido compartir esta experiencia personal, en un día como hoy, en el que los maratonianos han podido por fin volver a correr por las calles de Madrid, siendo la primera Maratón que se puede celebrar desde que estalló la pandemia. 

También,, porque quiero compartir mis aprendizajes en esta experiencia: 

  • La importancia des ponerse en manos de profesionales, entrenadores o mentores que pueden guiarte, acompañarte y potenciar tu desarrollo. 
  • La importancia de parar y analizar cuando las cosas se complican.
  • La importancia de la autoconfianza y de creer en el trabajo realizado. 
  • La importancia de disfrutar del camino.
Como siempre, os regalo una canción para terminar este post. Get over it de Eagles






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