A pesar de ser Licenciado en Educación Física y Entrenador Nacional de Atletismo, y de haberme preparado personalmente para anteriores citas, entendí que confiar en este profesional, me llevaría a conseguir mejorar mi rendimiento. Mi principal objetivo era lógicamente finalizar la carrera, disfrutar del recorrido y tratar de mejorar mis 3h24 que traía como mejor marca personal un año y medio antes en el maratón de Sevilla.
Durante las 16 semanas que duró la preparación, Samuel, como buen mentor, que sabía perfectamente desde donde partía, y hacía donde quería llegar, trazó un plan, un camino, por el que fuimos transitando. Disfruté mucho de ese camino, asimilaba muy bien los entrenamientos, y me iba dando cuenta que, mi rendimiento mejoraba y también que, a pesar de mis conocimientos, no había sido capaz de encontrar la forma de mejorarlo en el pasado. Este proceso, reforzaba el compromiso adquirido con Samuel y conmigo mismo.
Todo iba fenomenal, con rodajes a ritmo de competición por debajo de la marca objetivo, hasta que llegó el entrenamiento largo de la última semana . Noté un pinchazo en el piramidal, por lo que decidimos finalizar el entrenamiento y la preparación. Quedaba una semana, para la carrera. El entrenamiento estaba hecho.
Llegamos a Ámsterdam. No tenía las mejores sensaciones, aunque no me molestaba. Presentía que la lesión podía aparecer, pero me propuse disfrutar de la carrera y me visualicé varias veces llegando a la meta. Confiaba que el trabajo realizado me llevaría al objetivo.
Llegué al cajón de salida muy ilusionado, junto al resto de compañeros del reto y con Samuel, que siempre estaba presente. El ambiente en el histórico Estadio Olímpico de Ámsterdam era brutal, la temperatura ideal, había descansado y me había alimentado bien. Por delante, los deseados 42k por los que había estado trabajando desde el mes de Julio. Mi plan de carrera era rodar en mi zona 3 aeróbica a 4:30 min/km y el perfil era llano. La emoción estaba en todo lo alto.
Salí y en el kilómetro 6 en una de las numerosas curvas que tiene el recorrido, un latigazo con origen en la cadera, me dobló. Noté la pierna dormida y todos mis temores vinieron a mi cabeza, pero no paré, bajé el ritmo y analicé la situación. Sabía que la maratón es una prueba muy dura y una lesión tan pronto, solo podría ir a peor. La palabra abandono se repetía mucho en mi cabeza, me quedaba un mundo por delante, pero respiré hondo, me visualicé entrando de nuevo en el estadio y decidí continuar. Poco a poco, me fui danto cuenta que cuando corría justo por el centro de la calzada en su lado izquierdo, el dolor remitía y me permitía correr a un ritmo aceptable, sufría bastante en las curvas y en las rampas, pero poco a poco, y con el pensamiento puesto casi metro a metro, fui sumando kilómetros, con la esperanza de seguir controlando la situación hasta el final. Superé los primeros 10k, llegué a la media maratón, me enfrenté a la famosa zona del "muro" (32k), que también superé. Mentalmente estaba cada vez más fuerte. Mantenía mis ritmos de paso por kilómetro y la meta estaba cada vez más cerca. El ambiente de carrera y el ánimo del público me terminaron de empujar, hasta que empecé a ver el estadio. Ya estaba hecho. Lo había conseguido, y lo mejor de todo, es que también iba a mejorar por mucho mi mejor marca personal de siempre, a mis 45 años. Llegué a la meta en 3h12 min.
He querido compartir esta experiencia personal, en un día como hoy, en el que los maratonianos han podido por fin volver a correr por las calles de Madrid, siendo la primera Maratón que se puede celebrar desde que estalló la pandemia.
También,, porque quiero compartir mis aprendizajes en esta experiencia:
- La importancia des ponerse en manos de profesionales, entrenadores o mentores que pueden guiarte, acompañarte y potenciar tu desarrollo.
- La importancia de parar y analizar cuando las cosas se complican.
- La importancia de la autoconfianza y de creer en el trabajo realizado.
- La importancia de disfrutar del camino.
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